Gracias por venir.


Gracias por pasar por aquí.

El amor es esa enfermedad incurable,
que produce estados de dulce melancolía
y de sueños despiertos.
Dejo aquí mis síntomas, en forma de poemas,
escritos, dibujos, canciones...

Estás en tu casa. Ponte comod@.
Me gustan las críticas sinceras.
Espero que disfrutes.

miércoles, 28 de marzo de 2012

Luna vacía

Esa impenitente libertad que tengo presa
torturada cruelmente
agonizante
doliente y callada

La que no se queja en tus prisiones
ni permite que limites sus latidos
sordos y precisos
como el goteo de lágrimas que recuerdo del futuro

Esa limpísima libertad encarcelada
te llama
Aunque no respondas grita tu nombre
en silencio necesario y sempiterno

Grita tu nombre estridentemente muda
Con la lengua mordida por la duda infame
inexacta aberrante desolada
quizá cadáver

Esa impenitente libertad que te importuna
quebrando sus cuerdas vocales
arrodillada bajo la luna vacía de tantas noches
cantando baladas que no puedes entender

Esa libertad que tienes mía
la que rotunda le sonríe a los grilletes
es libre
por estar encadenada a ti.

miércoles, 14 de marzo de 2012

Anfiteatro

Me has clavado esos ojillos trigo,
lúgubres, perdidos, sin mirada
con que traspasaste cosas tales,
que no las disculpan las palabras.

Ojos sin vergüenza ante la duda,
ni la palidez de las mortajas.
Puede que me digas lo que quieras.
Puede que me quieras lo que hagas.

No te hará falta poner empeño
para conseguir lo que te falta.
No necesitas lo que yo siento
para ser más tuya que mañana.

Pero esas palabras desbocadas,
cuando ya ni el tiempo intervenía,
han podido ser tan deliciosas
que no exista dios que las bendiga.

Déjame ser en tu anfiteatro,
ese personaje que veías.
Permíteme ser de tu escenario,
algo más bonito que agonía.

Simplemente

Simplísima insolencia, pura vida.
Desgárrame la sien, está vendida.
Que duele no lo dudes un segundo.
Revienta mis oídos, este mundo.

Muérdeme los labios, insensata.
Cómemelo todo ¿Quién descarta
pasiones, aventuras, emociones,
disculpas, amoríos, diversiones?

Aquí te espero, mi fiel compañera.
Que puedas con mi vida yo quisiera.

Amiga

Tan mi amiga eres. Tanto hiere
todo lo que soy tu sufrimiento.
Tanto estoy penando este tormento,
que el amor más raso no me quiere.

Quiéreme tú, Eros, rodilla en tierra
lucho lo que puedo en esta guerra.
Mira que sé bien que, ni querido,
podré ser siquiera amanecido.

Duelan y se claven, purulentos,
los clavos que hinqué músculo adentro.
¿No fui yo quien inició el tormento?