Gracias por venir.


Gracias por pasar por aquí.

El amor es esa enfermedad incurable,
que produce estados de dulce melancolía
y de sueños despiertos.
Dejo aquí mis síntomas, en forma de poemas,
escritos, dibujos, canciones...

Estás en tu casa. Ponte comod@.
Me gustan las críticas sinceras.
Espero que disfrutes.

lunes, 26 de diciembre de 2011

Un poema meciéndose en tu vientre

Todo
Todo está bien
Y erigías un todo tan grande
Y tan bien estaba en tu precisa perfección
Que me llenaba el corazón de tus generosos amores
Me iba dejando en la polla ligeros latidos y lentas caricias
Que luego devolverte convertidos en ternuras mías
Emanaciones desarropadas de jugos de alma
Volcadas en tu vientre limpio
Eterno de nube
Tuyo
Y
Luego
Buceando en ti
Dentro de tus ojos
Inflamado de libertad amante
Mis labios iban desgranando tus suspiros libres
Y mis dedos tiritaban humedades en tu coño exacto
Volando mi alma con ellos hasta otra realidad
Una mía donde solo había Tú
Tú envolviéndome
Toda suavidad
Amor
A
Ratos
Un momento
Nos moríamos
Resucitando luego
A lenguas ansiosas de bebernos
Manos dibujando los contornos de los sueños
Sexos fundidos en inmovilidades de belleza dolorosa
Y estaban siempre esas dos palabras nuestras
Sé que me quedé allí para siempre
Y sigo allí contigo
En un abrazo
Acunado
Así.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

Da Capo y Coda

Ha llegado mi renacimiento
En forma de voz alborozada
Has conmocionado mi universo
Cuando de penas se evaporaba

Manteniendo estaba tu pedido
De no importunar mientras negabas
Sufriendo guerrero enfebrecido
Al que no dejas usar la espada

Y estalló la paz en tu pregunta
¿Aún quieres saber algo de mí?
Algo de ti no todo y disculpa
Si nunca vuelvo a dejarte ir

Defenderé este amor con mi vida
Custodiaré tu dicha hasta el fin.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Irene Comendador ganadora del I Concurso de Microrrelatos Eróticos

Felicidades a Irene Comendador por su merecido triunfo y su magnífico relato. Podeis ver su blog clicando en su nombre. Organizadores: Castillos en el Aire.



Irene Comendador se llevó el primer premio


Sí. Siete participantes (cinco chicas y dos chicos) han sido en esta ocasión los que nos han enviado sus microrrelatos más eróticos, que han hecho subir la temperatura del Castillo hasta límites insospechables. Claro, tan acalorados estábamos que no nos veíamos capaces de discernir con claridad y por eso hemos pensado que quién mejor que una escritura de novela erótica para hacer de jurado en esta ocasión. Le pedimos el favor a Noelia Amarillo (escritora de "Falsas apariencias", "Cuando la memoria olvida" y "Ardiente verano") y ella, tras leerlos todos (y, seguro, coger algunas ideas para su nueva novela), decidió que el mejor de todos (o el más erótico para su gusto) era "Como un flash", de nuestra amiga Irene Comendador.

Enhorabuena Irene, en unos días te eniaremos un lote de libros que incluirá, por lo menos, un libro erótico.

Os dejamos aquí el microrrelato ganador (que por razones obvias no se pudo leer en Castillos en el Aire, aunque le estamos dando vueltas a una idea loca de esas que tenemos por aquí....



Como un flash 

Las imágenes, los sucesos, transcurrieron como si de un flash Metz se tratase. Así es como lo recuerdo: Sus ojos clavados en mi trasero. Mi vista viajando consciente a su abultada entrepierna. Chispas en el espeso aire, vicioso, atando nuestros cuerpos. Trémula su mano posada con tiento en la piel de mi muslo, subiendo despacio y arrastrando la tela incauta. Dedos calientes, gruesos, siniestramente lentos llegando hasta mi centro. Su boca voraz se arroja y precipita en caída libre hasta impactar contra mi pecho. Muerde el borde de mi escote. Lo arranca de un solo tirón. El pecho derecho sale despedido del vestido. Un pezón turgente y rosado es atrapado por sus sabios labios. Dientes torturándolo. Separa mis piernas con la rodilla. Violento. Suspiro. Jadea. Jadeo. Tacto perfecto dentro de mi sexo, notando las yemas de sus dedos palpar con acierto el punto correcto. Reclino la cabeza y gruñe ahora en mi oído, mordisqueando mientras el suave lóbulo encendido. Más fuerte. Veloces latidos. Sangre derrapando. Estrangulados gemidos. Grito. ¡Grito! Descargo en su palma y me sorprendo al ver que relame esos dedos con los ojos cerrados. El ascensor abre sus puertas y, sin un adiós, me despido.


jueves, 15 de diciembre de 2011

A mis labios

Hace un rato he pasado frente a tu casa
Con el cruel antifaz tras el que me hallo
Oculto para estar desaparecido
O parecerlo
No sea que alguien me vea verte
O aún peor me veas Tú
Peor que peor no quieras verme
Insoportable yo te vea
Mortal me vea intentando verte
Sin querer Tú que te vea

Tenías encendida la luz del salón
Cálida desolladura de mi miocardio
Sufriente golpeado y tullido
Por la evocación
Te imaginé tumbada en el sofá
Desnuda leyendo
Dejando el libro y cogiendo mis besos
Cerrando los ojos cinco minutos
A mis labios

Una eternidad mirando hecha un instante
Mezclado el gozo con la rabia y con la pena
Una ola de sorpresas a mis ojos
Y en la cresta salada un pronombre
Encerrado en una tumba con doce cuerdas
Que ya no tocamos

Apresurando el paso al huir del recuerdo
Me dí de bruces contigo
Qué hacía la luz de tu salón encendida
Es la primera vez que hago el amor en mitad de la calle
Nunca había hecho el amor por última vez.

sábado, 10 de diciembre de 2011

Para algo eres mi ama.

Vamos a ver, tú querrás que te sea sincero. Pues mira, me tienes más salido que el rabo de la boina, y es que eres la única que sabe desde cuando no mojo, y hace un mes que no te veo.

Yo no sé si te das cuenta del poder que te da eso sobre mí. Aunque estás descansando, lo mismo te llamo un día de éstos y te digo que me folles de una vez, que ya vale de tonterías, que para algo eres mi ama. Que me siento mal, que esto no me pasaba desde que era un canijo, que no puedo pasarme todo el día con la polla tiesa imaginando como te masturbas, porque no rindo en otras cosas que también son importantes. Bueno, no tanto.

A mí lo que realmente me importa es que me saques ya del retiro sexual forzoso éste y volvamos a follar, que eso une mucho, ya lo sabes.

No sé que manía es ésta de no querer tener enganches. Coño, puedo entender que no quieras estar enganchada al caballo, al alcohol, incluso que no quieras estar enganchada a la cafeína. Vale, yo tampoco. Pero fumas, que por lo visto puede matar en plan chungo y sin embargo, aunque te gusta un montón, no quieres joder, que te mata pero de gusto, por que dices que tienes un enganche sexual conmigo. Pues si tienes un enganche sexual, la verdad no lo parece, porque hace un mes que no te veo, y si no lo tienes fóllame, que no pasa nada.

Vamos a ver, tú querrás que te sea sincero. Pues si es verdad lo que dices de que te excito y te follo bien, a ver si esto llama tu atención y vienes. Porque a mí lo que me pasa es que me muero de amor.

viernes, 2 de diciembre de 2011

Porque hasta mi soledad se va contigo.

Sin ti estoy solo
aunque tenga cada día más amigos
solo entre la gente que me quiere
solo del todo

Sin ti estoy solo
solo de ti y de mí
porque hasta mi soledad se va contigo
y me deja solo

Sin ti estoy solo
sólo transparencia adormecida
solo de la muerte y de la vida
solo de la nada

Sin ti estoy solo
solo de palabras y de actos
solo de músicas y de poesía
solo de atar

Sin ti estoy solo
solo puedo estar pero es mentira
que siquiera esté solo
sólo no soy

Sin ti estoy solo
sólo esperando tu regreso
para poderte besar sólo un instante
aunque me dejes solo

Sin ti estoy solo
y sólo seguiré estando tan solo
porque tengo soledades compartidas
sólo contigo.

RELATO ENCADENADO "UN NUEVO DESPERTAR"

Agradecido a mi querida y admirada amiga Irene Comendador, que me embarcó en la aventura de escribir un relato entre varios autores, dejo aquí mi aportación (capítulo VI) esperando que os guste y es un honor para mí dejarlo en manos de "larubiadelabici" cuya novela sigo fascinado en su blog, vosotros podeis seguir la continuación de este relato pinchando en su nombre.


CAPÍTULO V

Tanto el médico como la mujer extraña me miraban como si de un bicho en pruebas se tratase, los dos a dúo observaban mi creciente verga empalmada, y mi mueca risueña y picara en la boca. Tras un largo silencio en el que yo intentaba desatarme lo suficiente una de las manos, para llegar a tocar el paquete del doctor y que así vieran que no iba de farol, se marcharon del quirófano donde estábamos.
Frustrado, así me encontraba, con la sensación de engaño recorriéndome el cuerpo ¿Sería verdad toda aquella película que me acababan de contar? Lo que estaba claro era que pruebas había, las fotos, el otro yo, mi clon, o yo su clon, o yo que sé. Ahora lo más importante era liberarme y salir de allí por patas.
Tardaron más de cinco horas, que contabilicé gracias al enorme reloj de pared de la sala, en volver a por mí, aunque esta vez era solo el médico el que hacía acto de presencia.
— Mira Chad, Tomás o como quieras llamarte, te ayudaré a salir de aquí si tú me prometes una cosa — dijo el atractivo hombre de bata casi transparente y evidente desnudez bajo ella.
— ¿Qué quiere de mí doctor? — Le contesté señalando con los ojos las correas de mis manos y pies.
— Simple, si tú me dejas acompañarte a donde vayas, te ayudaré a salir de estas instalaciones— hizo una pausa mientras miraba hacia la puerta de entrada—  sino, te dejaré aquí y me marcharé solo, pero, será mejor que luego no me engañes y me dejes tirado en cualquier sitio intentando darme esquinazo, porque tengo medios para que te encuentren en cuestión de segundos.
Pensé durante un momento a qué se debía este tipo de proposición, ¿para qué querría este hombre hecho y derecho mi ayuda para desaparecer? Era ilógica su petición, pero como estaba muy bueno y yo no tenía nada que perder…
— Está bien, vendrás conmigo, nos esconderemos en un lugar seguro que tengo y ya decidiremos después qué hacer.
Desató mis correas rápidamente, me ofreció otra de esas batas blancas tan sexys y los dos por el conducto de refrigeración llegamos a las habitaciones traseras de lo que parecían un almacén. Tras varios minutos escondido entre cajas que contenían amoniaco vino a buscarme,  y los dos montamos en su BMW negro, yo en el maletero y él, lógicamente, conduciendo.
Una vez fuera del vehiculo, comprobé que mis indicaciones habían dado resultado, estábamos en la entrada del bosque de Arbuth, donde una cabaña muy coqueta nos esperaba a una distancia de tres horas de caminata.
Le miré lujuriosamente al poco de entrar a mi antiguo y escondido nidito de amor, o “picadero”.
— Antes de arrepentirte por lo que puedas hacer o decir, deberías saber algo— dijo mientras le acorralaba contra la pared de madera entre mis brazos extendidos, rozando sutilmente nuestras batas—  Tomás, soy tu hijo.  


CAPÍTULO VI

Sentí rabia y, al tiempo que lentamente, mi erección y mis expectativas dejaban paso a la incertidumbre, mis ideas y mis recuerdos se desdibujaban, haciéndome sentir un pelele en manos de un dios aún más incierto que el del resto de la humanidad, si es que yo pertenecía a ella…
-¿Quién coño soy? -grité zarandeando por las solapas de la bata al hijo en que se había convertido el atractivo doctor, que ahora temblaba pálido ante mi inesperado arranque de ira.
No esperaba ni una sola palabra en respuesta a mi pregunta, sólo golpeaba aquella bata cada vez más fuerte contra la pared, en mi creciente y cegadora furia, hasta que la solté­  sobresaltado por una dulce risa que procedía del fondo de la cabaña y que se acercaba poco a poco, dejándome ver enseguida a la pertinaz rubia que parecía seguirme desde todos y cada uno de los rincones de mi diluido Yo.
-Esperaba una escenita familiar menos agresiva, doctores -dijo mi supuesta esposa mientras nos dejaba ver con desgana el brillo de un arma corta en su mano derecha.
-¿Cómo sabes que existe este lugar?-le dije acercándome a ella, creo que demasiado para su gusto, ya que levantó la pistola y me obligó a caer sentado en un sofá que conocía más de mí que yo mismo.
-Vaya, Chad cree que es el único que ha tenido sexo en el bosque de Arbuth, y además cree que nunca lo ha tenido con su mujercita -dijo ella acariciándome la mejilla con el cañón –el pobre no recuerda haberme traído aquí para sus perversos jueguecitos, a los que yo le seguía loca de amor aunque siempre supe que él amaba a uno de sus compañeros de profesión,  no recuerda que estuvo muerto y no sabe que mientras, yo tuve tiempo para gastar billones tratando de recuperarle, para desenamorarme, y para venir aquí a jugar con otros, con muchos otros –luego se dirigió a nuestro hijo –Así que intentabas dejarme sola ahora, cuando más te necesito –con el arma le hizo una seña y él rápidamente se sentó junto a mí mientras ella continuaba hablando –El hijo al que convertí en una eminencia, al que puse al frente del que podría ser el mejor equipo de investigación para la clonación humana del mundo, el hijo al que hice asquerosamente millonario se intenta fugar junto con el valiosísimo monstruo que él mismo ha creado a partir de su padre. El engendro que yo necesito para recuperar todo lo que perdí: mi fama, mi fortuna, mi imperio –enlazó los dedos de su mano izquierda en sus rizos rubios y tiró de ellos hacia atrás, mientras en su boca se dibujaba el delirio.
Sentía náuseas, mi estómago estaba del revés como mi cabeza, en la que datos y más datos, que parecían sacados de la más disparatada pesadilla, giraban tratando de ordenarse según algún criterio imposible. Por otro lado la situación en la que me encontraba no parecía nada fácil, al menos no se me ocurría como salir de ella.
Mientras la mujer rubia seguía hablando de lo que cada vez eran mayores disparates, yo trataba de tranquilizarme. Respiré profundamente unas cuantas veces y apreté los ojos intentando centrarme.
Me sorprendió la vibración de un móvil en el bolsillo de mi bata, mecánicamente lo cogí y cuando iba a responder, la rubia apoyó el cañón del arma en el centro de mi frente –contesta con normalidad  o lo lamentaremos todos –dijo.
-¿Dígame?-dije.
-No tengas miedo…-dijo, entrecortada, una voz femenina.




PARA CONOCER A LOS AUTORES

CAPÍTULO I    FRANTASMA
CAPÍTULO II  GARY RIVERA
CAPÍTULO III ZOWI
CAPÍTULO V   IRENE COMENDADOR
CAPÍTULO VI JULIO G. MARTÍN